
Los claramente rechazables serían los extranjerismos superfluos o innecesarios, aquellos para los que existen equivalentes españoles en buena forma como back-up(en español, copia de seguridad) o consulting (en español, consultora o consultoría). A los académicos les dan serios dolores de cabeza. En la presentación de las últimas modificaciones del Diccionario de la Lengua Española, el director de la RAE, Darío Villanueva, ofreció varios ejemplos del uso innecesario de anglicismos como take away, que se puede traducir tranquilamente por “para llevar” o bullying, el conocido “acoso escolar”. Y es que los extranjerismos tomados del inglés superan con mucho a los galicismos, que llegan de Francia, a los germanismos o italianismos. La Academia tiene el foco puesto sobre la publicidad donde el uso de anglicismos por minuto o por centímetro, dependiendo del soporte, es abrumador. Para demostrarlo en 2016 llevó a cabo una singular campaña bajo el lema “lengua madre no hay más que una” y crearon dos anuncios publicitarios de unas gafas y un perfume plagados de anglicismo que despistaban al espectador.
Existe otro tipo de extranjerismos “adaptados” y que pueden ser de dos tipos:
1. Los que mantienen su grafía original, es decir, extranjera, pero puedes pronunciar tranquilamente con si leyeras una palabra española. Es el caso de quiche o airbag. ¡Ah! y se escriben en redonda.
2. Los que han adaptado su forma de escribirse, pero se pronuncian a la manera original. Así el anglicismo paddle se ha adaptado como pádel, y para el galicismo choucroute, se ha optado por la grafía chucrut. Estas palabras tampoco necesitan cursiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario